jueves, 1 de marzo de 2012

Desde mi balcón


Desde la situación privilegiada de mi balcón  en el centro de Barcelona, pude observar una parte del conflicto entre estudiantes y policías durante la manifestación en contra de los recortes en la educación pública. Durante un rato intenté entender los objetivos y estrategias de un bando y del otro, para poder sacar mis conclusiones sin que los medios de comunicación me influyeran, pero a la única conclusión a la que llegué es que la raza humana tiene conductas muy extrañas y sin sentido.

Por lo que yo pude observar, la policía nacional se dedicaba a perseguir con los furgones a los manifestantes, para bajar, correr medio minuto detrás de ellos, volver a subir al furgón y irse rápidamente, y así repetidamente, intentando acorralar a los estudiantes cómo si fueran las estrellas de una película de Hollywood.

Durante este rato, los manifestantes se acercaban a ver el conflicto, escapando corriendo cuando los furgones aparecían. Era cómo una danza coreografiada a lo “West Side Story”, o los “correfocs” de las fiestas de mi pueblo, dónde los que van disfrazados de demonios persiguen con petardos a los que participan de la tradición.

Lo que más me sorprendió, fueron los aplausos y gestos de ánimo que recibieron los bomberos al llegar. Eso me hizo pensar, que si para sofocar manifestaciones se enviaran bomberos macizorros, en vez de nacionales cabreados con ganas de aporrear, sería todo muy diferente y quizá el final se parecería más a la orgía multitudinaria de la película de “El perfume” y no a una guerra civil.

De todas maneras, absurdo o no, es importante que la gente se movilice para mejorar las cosas y luchar por las injusticias. Pero siendo coherente con las ideas y sin sobrepasarse; ya que intentar atacar la convención de móviles, cuando seguramente la mayoría tiene whatsapp, no tiene ningún sentido, y menos si pensamos que muchos de esos estudiantes acabarán teniendo trabajo gracias a las telecomunicaciones.

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