Desde niños crecemos con la idea de que hay países lejanos
dónde podemos ser siempre niños, que
todo el mundo puede convertirse en príncipe, que los malos malísimos siempre
acaban perdiendo, que el amor perfecto existe
y que la belleza está en el interior.
Pero cuando salimos del cine, nos encontramos con que hemos
de pagar el alquiler del piso y ser responsables de nosotros mismos, que los
príncipes azules no existen y que tienen muchos defectos, que preferirán
siempre a Sara Carbonero que a ti en cualquier trabajo, y que cómo más cabron
seas más arriba llegarás. Y es que el mundo ideal de Disney es eso un ideal, y
aunque quieras confiar y prestar dinero a un desconocido que te cuenta que está
en un apuro, después de esperar tres semanas te das cuenta de que nunca te lo
devolverá.
Pero yo no puedo, no quiero, no se como dejar de soñar, y
salir del cine sin que me afecte, por que el Hakuna Matata, los Colores en el
viento y el mundo ideal se me ha quedado dentro y debo aprender a convivir con
ellos.